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LA HOMOSEXUALIDAD

Debe ser muy difícil ser homosexual, bisexual o transexual en este país ya que ellos muchas veces reciben el rechazo social por gustar de personas del mismo sexo. Ello impide que su modo de vida sea vista con buenos ojos por muchos que quieren imponerles “un correcto modo de ser” que lamentablemente no los deja aspirar, crecer y desarrollarse como personas.

También hay aquellos que se burlan de ellas y ellos e incluso los y las maltratan psicológica y físicamente.

 

Muchos piensan erróneamente que ello es una enfermedad y otros piensan que se cura con “mano dura” cuando debe de ser entendida como un modo de sentir distinto a lo que la mayoría del mismo sexo siente.

 

Genios como Leonardo Da Vinci, Freddie Mercury, Oscar Wilde entre otros han aportado bastante a la sociedad en general y desmerecerlos por su condición gay sería un argumento banal y propio de la torpeza de sectores represores que llevan al atrazo mental colectivo, a la indiferencia, a la intolerancia e incluso a los “crímenes de odio“.

 

Una sociedad libre y democrática no debe de desmerecerlos. Debemos de entender que su perspectiva incluso puede ser enriquecedora para todos y nos ayudaría a tolerar al prójimo comprendiendo su distinto punto de vista, que a fin y a cabo, no hace daño a nadie.

Es por ello que es una bruteza del congreso no aprobar el Tratado Internacional por los Derechos de los Jóvenes por la absurda idea de impedir las bodas entre homosexuales y da repulsión de que la Sra. Meche Cabanillas, con su careta “mano dura”, dé por explícitouna sanción mayor para aquellos policías que tengan prácticas homosexuales. Me parecen esas actitudes provenientes de gente troglodita, incitadores del odio y la homofobia y menoscaban a aquellas personas que, por el hecho de sentir distinto, se les quiere truncar su vida, sus posibles aspiraciones y sus sentimientos personales.

Aprendamos de Uruguay y de Paraguay cuyos gays no tienen por qué esconderse para enrolarse a sus Fuerzas Armadas. Ello es una lección de integración, de tolerancia y de evitar conflictos entre si mismos mediante esas absurdas poses del “correcto machismo” tal como acá suele ocurrir.

Ellos y ellas merecen respeto y consideración en nuestras instituciones estatales así como las mismas igualdades para competir, dialogar, consensuar y ejercer sus derechos por el simple hecho de ser personas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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